domingo, 16 de febrero de 2014

El misterio de Salem`s Lot - Stephen King (1975)

Stephen King es un autor que me costó mucho. No porque me resultara compleja su narrativa o entreverado su estilo, sino lisa y llanamente porque me negué a leerlo durante muchos, muchos años. Por qué, se preguntan, porque pensaba que era un autor menor, deslindado de los axiomas literarios que sí o sí un escritor que se precie debe cumplir. Fue así que, como dije, renegué y hasta negué el epíteto de escritor a Stephen King.
Ahora bien, yo soy un intelectual formado por la academia. Sí, suena pedante. Aunque, en muchos ámbitos, me resulta vergonzoso. No obstante, nada de eso importa, solo quiero decir que la universidad me enseñó una manera de leer que me ciñe a ciertos modos, aspectos y formas del texto literario. Que si bien son amplias – según creo yo, si acá no vengo en plan: te odio facultad que septuagenarios son tus modos. No amigos, yo lucro ahí – exceptúan varios modos u formas de la literatura. El modo más concreto es la temática. Sí, así es. En la facultad miran torcido la recreación meramente – por usar un adjetivo propio de mis profes – imaginativa. Tal como la de Stephen King, Richard Matteson  o José Luis López. Exceptúan solo la épica fantástica, aceptada y    legitimada por el cannon occidental. Voy a hacer un paréntesis aquí para criticar un ratito esta idea del cannon literario y lo que la academia abala: es una verga. Entiendo que debe existir, como dijo el poetizo Pablo Grasso: “Debe existir”. Y yo le entendí: porque abala la lectura como bien social la Academia. Pero también, el comercio. Adjunto está la necesaria exposición para que existas ahí dentro, para mirar desde el escaparate y demostrar que sos lo que quisiste ser, que todos lo sepan. Porque es verdad, de algún modo sos mejor que todos ellos. Eso sí: hay que cantar, lo que sea, pero hay que cantar bien fuerte para que todos escuchen, para que todos aplaudan (Cómo me gusta que me aplaudan) y nunca te dejen de mirar ahí arriba. Porque solo existo si estoy ahí arriba. Si fuera rebelde, si fuera como vos podría decir que me quedo abajo, con la gente, con la popu y me quedo abajo para ser ese dedo botón y acusador que señala con sus palabras irreverentes y su mirar inquisidor. Pero no, yo no soy así. A mí me gusta levantarme minas, tratar de cogerlas y decirle al mundo qué tan feliz soy.
Me fui. Al demonio como siempre. Mis disculpas. Hablaba de que la Academia legitima solo algunos modos. Y que esos modos legitimados están referenciados desde el paradigma del canon literario occidental. Propuesto por el recontra choto de Bloomfield. No sé si lo conocen. Es un inglés maricón que se dedica a la crítica. Y ¡ojo! No critico que sea maricón, ni que haga crítica – de hecho yo solo soy en la medida que puedo juzgar a los demás. En buen plan, claro – sino que su visión se ciñó a los modos más realistas. Vimos épica fantástica y realismo mágico como representantes de las corrientes más imaginativas. Pero nunca literatura pulp, de horror o terror fantástico. Menos que menos al comic ¡Cómo se te ocurre! No es de modo explícito ni autoritario que se niega esta literatura, amigos, para nada. La forma es mucho más sutil pero efectiva y – debo aclarar porque muchos de mis más mejores amigos en el mundo son profes de la facultad – sin ser conscientes: se la niega mediante la omisión. Nunca nos hablan, se cita o analiza este tipo de géneros. Por ende, no existen.
Así de fácil. Yo, producto de ese mundo pedante y lleno de chotos (como mis amigos y yo, en definitiva); tendía a no querer ni siquiera mirar las tapas de este tipo de “literatura”. Pero me enamoré de una dibujante. Tengo un primo que ama el comic. Trabajo rodeado de guachines que juegan video games. Veo cantidad de animé. Y de todo eso aprendí a mirar   los modos fantásticos anquilosados en el horror, la fantasía indigenista y los modos propensos al comic.  
Y, entre las cosas de este modo que me quebraron la cabeza está Stephen King y esta novela “El misterio de Salem`s Lot o La hora del vampiro”.
Acabo de terminar de leer este libro y me ha confirmado que Stephen King es un capo. Ya me había impresionado con Corazones en la Atlántida. Por su estructura compleja, por los cambios de narradores y voces, por lo ágil y trepidante del ritmo.
Cuando encontré esta novela que hoy les comparto en los libreros de la Alameda me dije Tenés que hacerte con ella Pablo, a como dé lugar. Y lo hice. Y vine y la leí, con su tamaño muy gordo y su tapa pulp. Sí amigos, me leí las 500 y tantas páginas de este libro en poco menos de dos semanas. Y es que tan bueno está.
Les cuento cómo viene la historia: 1975. Ben Mears, un  escritor en ascenso, vuelve a Salem`s Lot. El pueblo del que huyó luego de presenciar un suicidio en la casa Marsten. Quiere ahuyentar fantasma, busca  paz con el pasado. Por eso pretende rentar la casa Marsten y escribir su nueva novela ahí. Pero cuando llega al pueblo se entera de que la casa ha sido rentada por otros.
La desaparición de un niño, la prematura y extraña muerte de su hermano mayo a la semana, la curiosidad y la situación pondrán a Mears de frente al mal. Y no tendrá más posibilidad que enfrentarlo. Una novela trepidante, que toma las características de la literatura gótica y las reproduce en otro contexto.
Me gusto mucho que la estructura es circular. También que los personajes son oscuros pero cotidianos, el lector puede establecer empatía con ellos. Son héroes ocasionales, obligados por la situación. El ambiente de pueblo norteamericano está muy bien logrado y, lo mejor, por lo menos para mí; es que Stephen King musicaliza sus relatos con altas dosis de rock and roll. Siempre está sonando alguna melodía salvaje y desenfrenada. Y lo más importante: me gusta este tipo porque, más allá de la fama y el mucho dinero que tiene; es un rebelde absolutamente opuesto al rigor del paradigma “literatura seria”.

Bueno amigos, qué les puedo decir, ando muy enamorado de este señor últimamente. Acá les dejo esta tremenda novela. ¡Qué la disfrutes linda!       



No hay comentarios:

Publicar un comentario